lunes, 10 de noviembre de 2014

Si todos somos jóvenes, todos somos felices


La vida quizá en este momento es desconocida, en distancia es como si hubiera recorrido un centímetro con respecto a un metro. A veces se dice conocerlo todo y pretender agarrar con las manos el mundo para el cual somos una insignificante partícula. Eso no quiere decir que sea necesario verse o actuar como tal, alejados de la mediocridad, la juventud ha decidido formarse íntegramente; sean ricos, pobres, rebeldes o acartonados todos tienen en su cabeza que el método de expresar esas ideas que tanto quieren salir de las bocas es con la educación.
Y no es para menos, en un país donde el crimen probablemente “no paga” el único incentivo para salir adelante es dedicarse a producir, no como maquinas, sino a producir intelecto que le de desarrollo al país. Cuantos cada mañana se quejan de madrugar, pero hay un dicho muy antiguo que reza que sin sacrificio no hay victoria. No es una obligación estudiar, es un beneficio poder hacerlo; y es que ciencia cierta la imagen, por cierto ya muy cercana, de la vida laboral y la monótona rutina ya produce escalofríos. Cuando sus años mozos hayan terminado y su vida esté dedicada a producir para poder comer, se acordará de aquella época de estudio y muy seguramente anhelará  volver a ella.
En la presentación de las cifras de índices de educación superior en Colombia, el Ministerio hizo eco de que se viene trabajando “muy duro” en la lucha contra la deserción escolar y la ampliación de la cobertura en materia de educación superior.
Por eso, se destacó el aumento de 37,1% en 2010 a 42,4% en 2012 en la tasa de cobertura en educación superior, lo que representa que hoy existan un millón 959.000 de estudiantes matriculados en algún programa de educación superior.
“Un joven que abandona sus estudios de educación superior es una pérdida muy grande para el país, para su familia y para él mismo como persona. Por eso, los grandes esfuerzos que hemos hecho en estos años para evitar que los jóvenes deserten de la educación superior han permitido, en términos económicos, importantes beneficios" dijo la jefe de la cartera de Educación, María Fernanda Campo.
Probablemente muchos estarán de acuerdo con lo que digo, probablemente estudiantes como yo, que aun creen que la educación es el camino correcto para resolver todos estos conflictos que nos aquejan. No hay que ser un mago para descubrir que muchos estudian para ser millonarios, otros estudian por que ansían el conocimiento y otros quizá por obligación; pero de todo esto lo bueno que podemos obtener es un país mejor.
Es verdad que la educación viene desde casa, y si es así pues mucho mejor porque ningún profesor ha sido formado para criar. Es simple la conclusión, una reacción en cadena, un país educación es un país tolerante, respetuoso y próspero. La lucha contra la corrupción está en nuestra educación.
Las protestas de los estudiantes no son en vano, y aunque quisiera unirme a ellas de algún modo no soy del tipo revolucionario de marchar, aunque comparto ideas muy favorables. Es triste que a veces los mismos estudiantes ignoren cosas que suceden en su país y que los afecta directamente, sin ningún filtro. Esas manifestaciones son el vivo inconformismo por una educación pública mediocre que ofrece el país; y es que no nos digamos mentiras, al gobierno le conviene un pueblo ignorante y desconocedor de sus derechos.
Ese no es el punto al que debería llegar; el punto es que la juventud de hoy está reaccionando a situaciones que los ahogan poco a poco. Existe hoy día una conciencia hacia el futuro, no solo político sino ambiental, social, económico, cultural etc.
Es evidente que las oportunidades no son equitativas y probablemente nunca lo serán pero eso no quita el poder y el emprendimiento que tiene la juventud en la sociedad.
Es bastante probable que cuando se menciona la palabra juventud se asimile casi que inmediatamente con drogas, sexo, alcohol y rebeldía, y si, probablemente sea cierto, pero y ¿a quién le importa eso? Estamos condenados a señalar lo malo cuando por delante tenemos mil cosas buenas, que como un diamante en bruto, están a la espera de ser explotadas.
Por qué condenamos la juventud con vandalismo, será por la misma razón por la que nos encanta ver novelas de narcos y delincuentes; porque nuestros ojos ya no tienen una retina sino que están percudidos de amarillismo.
En este instante de mi carrera agradezco haber conocido el trabajo de uno de los más grandiosos, considero yo, periodistas de nuestro país. Y nos es para menos pues su trabajo ha sabido inspirar la mente de nuevas generaciones de periodistas, me incluyo en esa lista. Coronell es su apellido.
He aprendido, en el centímetro de vida que poseo que la vida hay que disfrutarla en todas sus presentaciones, sea fría, caliente o tibia. Aunque uno no lo quiera hay que tomar de las tres porque nada está escrito, ni lo estará nunca.
Que mejor que disfrutar de la juventud, aprender y enseñar si es posible. Así como cuando un día nuestra mente pensaba en el juego que tanto disfrutábamos en la niñez y así como estará en un futuro cuando el dinero sea nuestra pesadilla diaria, por eso aconsejo a la juventud entera nunca crecer, nunca olvidar los sueños y por más pequeña que sea la meta luchar hasta cumplirla porque si todos somos jóvenes todos somos felices.